La mayoría de las personas que me hablan de cosas que realmente me interesan son mujeres. No se porque pero es así; soy mujer de mujeres. No es que no haya hombres interesantes a mi alrededor que si los hay,pero es cierto que, salvo grandes excepciones, me aburren mucho mas;supongo que es cuestión de afinidad, feeling, que dicen ahora.
Hay mujeres de esas cotidianas, las que te encuentras en la cola de la charcutería y que se ve que necesitan tanto que se las escuche que en los 10 minutos (como mucho) que pasas allí te cuentan un resumen de sus ultimas vivencias, problemas y sucesos importantes para ellas tan exhaustivo como breve. Impresionante la capacidad de síntesis de algunas.
Begoña es una de ellas. Una "mujer de su casa", entregada a la única vida que ha conocido:
Hogar paterno--->novio--->marido--->hijos--->nietos---> y a procurar ser feliz con todo ello.
Siempre que la veo me sonríe y se le nota en la cara que se alegra de una cara que la anima a descargar un poco (muy poco) todo lo que lleva encima.
¿Que tal Begoña?- Bien hija, aquí como todos los días
¿Como va la familia?- Huy muy bien, hoy vienen los dos nietos mayores a comer, voy a hacerles...bla,bla,bla. Vienen mucho a vernos,les gusta mucho venir.Como les queda cerca del trabajo les viene bien, no tardan nada y vuelven bien comidos.
Y yo me quedo con una pregunta en la punta de la lengua: ¿Si el trabajo les pillara lejos vendrían tanto a verla? ¿Si no les viniera bien le darían los mismos besos?
El nº de la charcutería cambia, la siguiente?.
Hasta luego, hasta luego Begoña.
Cuanta entrega sin ningún esfuerzo y ni lo sabe.Ni reclama para ella lo mas mínimo.
Hasta donde llega la manipulación ancestral de los sentimientos en las mujeres que durante siglos hemos llegado a pensar que ser utilizadas es ser queridas.
Muy buena Marta. Cuánta razón tienes.
ResponderEliminarEl otro día en Mieres entré en una confitería y había una señorina mayor pidiendo un trozo de empanada para cenar, a la hora de pagar la ayudé con las monedas, me dió las gracias y aprovechó para contarme sus problemas con la dentadura postiza, que había estado mala, había adelgazado mucho, se le movía y se la tenían que ajustar. Cómo me prestó la conversación, ya hace años que murieron mis abuelos y abuelas, y ahora rara vez hablo con gente mayor. Tengo que buscar más ocasiones porque me di cuenta de lo mucho que lo echo de menos.
ResponderEliminarA veces nos parecen unos pesados sin mas, pero cuando realmente te paras dos minutos a escucharles a mi por lo menos me presta mucho, y a ellos no veas cuanto.
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